Entrega I. LOS ENTERRARON Y DESENTERRARON
“Soy yo, soy yo...” Gritaban, pues se perdían...
mientras la tropa de presos con palas
arrastraba su rumor de zapatos dispares
y un sordo entrechocar de metales que se iban.
Desde un gran barco bajo el océano de agosto
los arrojados miran cada día sus relojes
y pulen sus símbolos de agua inclinada
observan sin alardear el estado de la muerte
que empecinadamente los busca,
ellos miran quietos hacia la superficie
y dotan entonces al mar de ciertos brillos
que la confunden y evitan el olvido
Cuando el espectáculo en cubierta
se hace insoportable todos descienden
camaradas frente al sentido del tiempo,
y antes del alba este ha rendido las agujas
con que ellos se enhebran a nuestros pasos.
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